DIG FOR VICTORY. EL TRABAJO INFANTIL EN TODAS SUS FORMAS

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Propaganda con el lema de «Dig for victory».  Carteles de Gran Bretaña y Nueva Zelanda.

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Clases de costura al aire libre. Centro de evacuados de Londres en Pembrokeshire (Gales), 1940

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Adolescentes trabajadoras en Alemania, septiembre 1939

El trabajo fue otro de los elementos que marcó las infancias en tiempos de guerra. La necesidad de mano de obra y las llamadas al esfuerzo patriótico de toda la población justificaron el despliegue tanto en centros educativos como en espacios de internamiento o refugio de diversos modos de formación profesional y de tareas productivas. Debido a los roles de género imperantes, esta educación práctica se centró, para los niños, en las manufacturas o, en el caso de las niñas, la costura. En algunos países como Serbia se impuso un Servicio de trabajo escolar para adolescentes entre 14 y 18 años. En Francia, el modelo de los Centres de jeunesse proponía alojamiento y un aprendizaje profesional para jóvenes sin empleo: en 1944 este programa abarcaba a 85.000 jóvenes en casi 900 centros. 

La escolarización obligatoria llegaba generalmente hasta los 14 años, pero, debido a las necesidades bélicas, muchos niños y niñas empezaban a trabajar al acabar la escuela primaria, principalmente en la agricultura, en la industria de guerra o en servicios a particulares. En este sentido la infancia formó parte de lo conocido como Home Front. En Gran Bretaña, a partir de 1942 se permitió que los niños de más de 12 años trabajasen a media jornada y pudiesen ausentarse del colegio hasta 20 días al año. En Estados Unidos, el empleo de adolescentes de entre 14 y 17 años creció un 200% entre 1940 y 1944 y 900.000 de entre 12 y 18 años trabajaron incumpliendo la ley en su estado.

La campaña Dig for Victory ilustra la relevancia que tuvo la agricultura en el frente doméstico y la participación de los niños y niñas. La legislación se relajó especialmente en el concurso de menores en este sector, incluyendo el trabajo en huertos escolares y urbanos, como los orti di guerra italianos. A estos se sumaba su colaboración en el trabajo en los cultivos privados, donde tradicionalmente toda la fuerza de trabajo familiar intervenía. En Alemania en el verano de 1940 las vacaciones escolares fueron prolongadas para permitir a los niños colaborar en la recogida de la cosecha. En regiones atacadas por el hambre como Grecia, la mano de obra agrícola destacó por su corta edad, como se podía observar en la película de Manos Zacharias Les enfants grecs de 1948 

En los territorios ocupados de Europa del Este, la escolarización llegó como máximo hasta los 14 años, edad a la que los y las niñas podían ser requeridas para el trabajo forzado. En Polonia, el servicio de regulación obligatorio de abril de 1940 se aplicó a partir de los 12 años. En el caso de los menores deportados con sus familias, la edad se reducía a los 10 años y, en el curso de la guerra, este límite de edad se aplicó también a los campos de tránsito. Las mujeres con conocimiento de alemán y «apariencia racial aceptable» podían ser requeridas desde los 14 años. Ciertamente, el trabajo forzado representa una de las múltiples experiencias traumáticas que sufrió la infancia como consecuencia de la guerra. 

Dig for Victory. El trabajo infantil en todas sus formas