GUERRAS QUE NO EMPIEZAN NI ACABAN

PANEL 11, FOTO 1.JPG

Refugiadas de la guerra de Argelia (1954-1962) en la Mission Schoenholzer para mujeres y niños, 1957

PANEL 11, FOTO 2.2.JPG

Un grupo de niños en una escuela de la llamada ciudad de los huérfanos en 1952, bajo la protección del Comité Internacional de la Cruz Roja 

Dibujo Camino a la escuela por la noche.jpg

«Camino a la escuela por la noche» (Đi học đêm) de Phi Tiến Sơn, 12 años (1971)

Panel 11 ENTREPANELES 2.1.jpg

Una familia desplazada en un campo de refugiados en el Líbano en 1948

Para las poblaciones colonizadas, la IIGM llegó después de violentos procesos de ocupación y colonización. Al concluir el conflicto, una parte de la sociedad que había sido instrumentalizada en la guerra, privada de derechos durante décadas y empobrecida, inició procesos de descolonización que, en ocasiones, desencadenaron nuevos conflictos bélicos y revueltas generalizadas en la región. La guerra no abandonó a su población; más bien, la inspiró a asumir el liderazgo en la lucha por su emancipación, que representaba la culminación de una larga genealogía de resistencias contra la ocupación. Mientras en Europa se construía la paz, las potencias coloniales respondían a estas aspiraciones en Oriente, India, Indochina, Indonesia o África con violencia y crímenes de guerra. 

Una de las regiones gravemente afectada por estos conflictos fue Indochina (Vietnam), que experimentó dos guerras consecutivas entre 1946 y 1975. La primera contra Francia, seguida de una guerra civil que se enmarca en la Guerra Fría, con la intervención de Estados Unidos. El coste humano estimado se eleva a tres millones de personas, con cientos de miles de desplazados y heridos. Durante ese período, muchos niños, algunos de los cuales eran huérfanos, vivieron una variedad de experiencias, ya fuera como estudiantes, combatientes, trabajadores o desplazados, tanto en la retaguardia como en el frente. 

La historia de los niños amerasiáticos, también conocidos como «Dust Children» o «Bụi đời» (en inglés y vietnamita respectivamente), es una de las más documentadas del conflicto. Estos son aproximadamente 100.000 niños y niñas nacidos de madres vietnamitas y padres estadounidenses, resultados de abusos sexuales o de relaciones estables, quienes fueron rechazados por ambas sociedades y crecieron en las calles o en orfanatos. En 1988, Estados Unidos finalmente los reconoció y permitió la creación de visas, lo que llevó a que más de 20.000 de ellos se trasladaran al país. 

 La guerra de Indochina/Vietnam constituye una de las diversas experiencias bélicas que surgieron después de la IIGM en las colonias, coincidiendo con la creación de un nuevo orden mundial y el surgimiento del «tercer mundo» como espacio que debían ocupar. La guerra de Argelia (1954-1962), la rebelión Mau-Mau en Kenia (1952-1960), la guerra de Angola (1961-1975-2002), la partición de Pakistán y la India tras la independencia (1945-1947), así como la de Palestina (1947-1948), la revolución de Indonesia contra los Países Bajos (1945-1949) y un largo etcétera, ejemplifican las realidades violentas que marcaron el camino de las colonias hacia la emancipación y la gestión de la realidad político-social postcolonial. Millones de vidas perdidas, cientos de miles de personas desplazadas y conflictos civiles, junto con el empobrecimiento estructural, representan el elevado coste humano del colonialismo y su final. Las cicatrices y legados de estas experiencias persisten en el Sur Global, a la espera de políticas reparadoras y reconocimiento del espolio, los crímenes, los desastres ecológicos y la desigualdad. 

Guerras que no empiezan ni acaban