RESISTENTES Y COMBATIENTES
La invasión y la ocupación de vastos territorios en Europa por la Alemania nazi sembraron terror, miedo y sumisión entre la población civil. También colaboración por razones ideológicas, raciales y de supervivencia. Diariamente los civiles convivieron con el ocupante que exhibía uniformes, brazaletes e insignias; colocaba banderas rojas con esvásticas en edificios; y lanzaba propaganda colaboracionista, contrapropaganda y censura. La omnipresencia de los elementos del triunfo nazi y la ocupación de sus países suscitaron la reacción de civiles y combatientes en Bélgica, Francia, Noruega, Dinamarca, Holanda, Polonia, Eslovaquia, Italia, Yugoslavia, Grecia o la URSS.
Los movimientos de Resistencia se expresaron en múltiples formas: ataques y operaciones contra tropas, oficiales e instalaciones militares; sabotajes de vías de tren; asesinato de informantes; organización de protestas; rescate de menores y adultos; ayudas a fugitivos; falsificación de documentos; obtención y transmisión de informaciones para los Aliados, etc. Aquellos «ejércitos en la sombra» estuvieron formados por muchos héroes anónimos. Junto a los adultos, participaron niños y adolescentes, siguiendo el ejemplo de sus padres, luchando por la libertad con espíritu aventurero, coraje y temeridad.
Algunos combatieron en las primeras líneas, otros lo hicieron como saboteadores, mensajeros, espías o agentes de información. No obstante, la Resistencia no fueron únicamente ellos. Las mujeres desempeñaron misiones clave en situación de riesgo y clandestinidad. La Resistencia europea contó con espías, agentes de enlace, secretarias, asistentes sociales, médicas, enfermeras, aviadoras, francotiradoras, operadoras de radio, etc. Además, muchas de ellas escondieron a perseguidos, cuidaron a heridos y abastecieron a resistentes.
Entre sus filas se encontraban pequeñas y jóvenes heroínas, como Zinaida Portnova que participó en acciones de sabotaje, distribución de panfletos y recogida y ocultamiento de armas para los soviéticos. En calidad de ayudante de cocina infiltrada en una guarnición nazi, envenenó los alimentos causando un centenar de bajas. Posteriormente, fue capturada, torturada y ejecutada por la Gestapo. Otro ejemplo de lucha y valor fue el de la partisana y enfermera María Pardina Ramos que actuó en el frente de Leningrado, junto a niñas y niños españoles acogidos por la URSS entre 1937 y 1938.
A pesar de su edad, los menores fueron resistentes y combatientes anónimos por la libertad en una Europa en guerra. Como revela una resistente francesa, «mi papá me enseñó de muy, muy joven a luchar por la libertad. Lucha por tu país. Lucha por la humanidad».